ANTONIVS, EPISCOPVS
SERVVS SERVORVM DEI,
AD PERPETVAM REI MEMORIAM
Al venerable hermano Ángél Gomes, y a todo el pueblo de Dios, a quien llegan estas cartas, salud, paz y bendición apostólica.
En la historia de la salvación, el Señor ha confiado a hombres elegidos la misión de guiar y unir a su pueblo, enviándolos no como señores, sino como testigos de la verdad y mensajeros de reconciliación. Entre las naciones cuya fe floreció bajo la luz del Evangelio, México resplandece por su devoción mariana, sus mártires y su fidelidad constante a la Iglesia. A quienes son llamados a representar a esta Sede Apostólica, se les impone la noble responsabilidad de servir como puentes entre el Cielo y la tierra, entre la Iglesia y los pueblos. “¡Ay de mí si no predico el Evangelio!” (cf. 1 Cor 9,16).
Después de oración diligente, escucha de los Dicasterios competentes y evaluación de las cualidades necesarias para tan elevada misión:
Nombreamos y constituimos, por nuestra autoridad apostólica, al venerable hermano Ángél Gomes hasta ahora como obispo auxiliar de la diócesis de Roma como nuestro Nuncio Apostólico ante los Estados Unidos Mexicanos.
A él confiamos la misión de:
Representar al Romano Pontífice ante las autoridades civiles y eclesiásticas del país;
Fomentar los vínculos de comunión entre la Sede Apostólica y las Iglesias particulares de México;
Colaborar en la promoción de pastores idóneos, fieles a la doctrina y entregados al bien de las almas;
Ser testigo de la unidad y promotor del Evangelio de la paz y de la caridad.
Mandamos que este nombramiento sea comunicado a la Conferencia del Episcopado Mexicano y a las autoridades competentes, según la costumbre eclesial.
Concedemos al nuevo Nuncio nuestra Bendición Apostólica, implorando sobre él la protección de la Santísima Virgen de Guadalupe y la fortaleza del Espíritu Santo para el desempeño de su ministerio.

